Informativo Pulsar

México

El Universal: Mundo

Últimas noticias del cosmos


Blogs Favoritos

De Laura Rivas: El reencuentro


Capitulo Uno
(adaptación)

Él caminaba, distraído, pensante, tal vez preocupado, parecía como si nada o todo importara en su camino. Lo vi de lejos, pasó frente a mis ojos... no lo detuve.Lejanos recuerdos llegaron de mi memoria...imágenes de un pasado luminoso y agraciado ...de una felicidad inmensa que aun después de tantos años añoro.

De chaleco café oscuro, con unos jeans medio gastados, iba como fuera hace 10 años pero su rostro estaba ya envejecido, en su mano un celular antiguo, no de esos con cámara, de esa tecnología que hoy en día nos invade como plaga del consumismo en que vivimos.

No lo veía hace unos 5 o 6 años. Lo observé por varios segundos, deseé intensamente que su mirada se topara con la mía... pero no fue así... quise de inmediato correr tras él...pero solamente lo vi alejarse hasta que se perdió en aquella esquina que tantas veces nos cobijó...no supe que hacer, deseaba que sus brazos me abrigaran en esa tarde tan fría, quise mirarle a los ojos y decirle que le extrañaba con esta soledad inmensa que sentía sin él, quise decir y hacer tantas cosas... pero un sentimiento casi amargo y doloroso se interpuso entre lo que yo quería y lo que creía debía hacer... Solamente me di la vuelta y comencé a caminar tratando de pensar en mis planes, en lo que tenia que hacer hoy y me fui diciendome que tal vez un día cualquiera lo vería nuevamente. Mientras caminaba, a mi mente volvieron cuestionamientos que hacía mucho tiempo no me asechaban.

Casi sin darme cuenta estaba ya allí, miré a la calle del frente, justo a la hora llegó Ignacio. Le di un tibio beso, de aquellos que son de costumbre. Lo miré como desconforme, entristecida, me preguntó si me pasaba algo, -nada- contesté - solo un fuerte dolor de cabeza- pero en mi mente no estaba él. Nos dirigimos hacia el café donde nos juntaríamos con mis amigos que hacía tiempo no veía.

Había pasado cerca de un año y medio. Ya no veía a Raúl a la Pame, a Sofía, al Carlos y a muchos más desde que me había sumergido en mi vida y dejado el lugar que tanto amaba. Había sido quizás un poco egoísta y desagradecida con ellos. Y aunque todo era difícil por la distancia y mi falta de tiempo, que siempre afecta de una u otra manera, me enojaba conmigo misma por no darles ese tiempo a los que realmente han estado interesados en mí. Me dediqué tanto a ser yo, a realizar mis anhelos, que los dejé de lado un poco. Luego apareció Ignacio, de la nada, cuando yo no buscaba una pareja que compartiera conmigo. Pero llegó a mi vida, y aunque no me disgusta volver a mi casa y encontrarme con él, a veces regresa a mí aquella soledad con la que conviví por años.

Mis amigos, aun no lo conocían, lo habrian visto unas dos o tres veces de pasada, y eso me dolía, porque siempre quise que ellos fueran parte constante de mi vida, así como yo de la de ellos.

El reencuentro con ellos era lo que me tenía más emocionada. Estaba agradecida del no olvido que la distancia producía. Hablábamos de costumbre por el teléfono, una llamada fortuita una ves al mes al comienzo, y más seguido después, y aunque hablábamos más de una hora siempre, no alcanzaba para decirnos todo lo que queríamos. Pero ahora sabría lo que hacen, lo que quieren viendo sus rostros, sus emociones, y recordaríamos viejos y adorados tiempos. Era como sentir en la piel lo que antes se decía por aquella línea telefónica que daba una sensación de frialdad, despego, insensibilidad, que le quitaba armonía a mi vida, pero que a pesar de todo nos mantenía unidos…

. Aquel encuentro que jamás pensé que sucedería, aun me tenía algo consternada, porque, aunque muchas veces mi mente lo había imaginado, y con tantos detalles, que a veces temblaba de emoción, ahora que ocurría era tan frió, tan lejano, que nunca pensé que yo reaccionaría así ante una oportunidad que por tanto tiempo creí haber esperado ...Quiero creer que tan solo fue un viejo recuerdo, un fantasma que vino a mí como si hubiera sido otra vida, evocando la alegria y el dolor que un día sentí, pero que ya no podrá volver jamas...era algo que estaba tan escondido y olvidado en mi interior, como una vieja herida cerrada...pensé en dejar atrás aquello y entre al café.

Allí estaban ellos. En una mesa, cerca de un cuadro gigante de van Gogh, Raúl y una chica, supuse que seria su pareja, tambien Pame y Sofía y dos chicos mas…. presumo lo mismo... sus respectivas parejas, no vi a Carlos ni a Jorge…. espero que lleguen después..Me alegré mucho. Un abrazo tan añorado les di, de esos que se guardaran siempre en el corazón, y un hermoso afecto de aquellos que llenan mi alma de felicidad.

Nos sentamos, hablábamos y a la vez sentía que volvía a ser una niña inocente, temerosa de la realidad y del mundo. Me sentí como volviendo a un nido del que había partido cuando las alas estaban buenas para volar, y en conjunto con ellas, el tiempo había sido el indicado.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, quiero creer que fue por este encuentro con mis amigos, tan ansiado, y no por el encuentro con aquel fantasma.

Conversamos cerca de 3 horas en aquel café, y las baterías seguían siendo las mismas.

Veo que a las cosas que me pasan no les doy la trascendencia de antaño y por lo mismo el temor ya no forma parte de mi realidad. Hoy decido lo que me conviene y eso me deja tranquila.

Ya se acercaba la hora del fin, y no lo quería, trataba de aprovechar hasta el último segundo de aquel encuentro. Pero llegó.

Pame, como siempre, tratando de no alargar las despedidas, fríamente, como se muestra, comienza a despedirse. Todos optamos por volver a nuestra casa y quedamos en juntarnos nuevamente antes de que volviera a partir.

Solo venia por dos semanas y quería aprovechar al máximo a mis amigos. Nos intercambiamos números para lograr comunicarnos. Prometimos vernos en mi departamento y hacer Algo, tomarnos un trago y contarnos todo lo que no habíamos alcanzado en esas 3 horas en el café.

Nos despedimos. Cada uno caminó a su respectivo destino.

La nostalgia me invadió, y en los brazos de Ignacio, que no tuvo un protagonismo al que estaba acostumbrado en las reuniones sociales, llore, lloré como una niña de 6 años.